/Maickel Melamed/
Sabía que en algún momento pasaría pero no sabía cómo iba a pasar, cuando nicuál iba a ser mi reacción. El 16 de julio cuando ejercíamos nuestro voto en la consulta popular, ella me abordó con mucho entusiasmo que hacía eco con el ambiente de civismo y hermandad que se vivía. "Hola Maickel, soy la mamá de Neomar". Yo me quedé mudo, todo mi ser lloró por dentro, por todos aquellos chicos que dieron su vida por su país, por creer y querer un país con futuro para ellos y sus familias. Sólo alcancé a decir tímidamente "no tengo palabras para decirte que sueño con tu hijo todos los días como con todos los hijos de Venezuela y los sueño vivos y celebrando la vida, celebrando su tierra, aportando su huella desde el vivir, como se lo merecen todos, como se lo merecía él y otros". Su frase "la lucha de pocos por el futuro de muchos" resuena en mi cabeza como un taladro de conciencia. Y allí apareció ella y me quebré. Su hermanita, ella y no pude más que decirle "¿sabías que eres mágica?", "quiero que sepas, además, que tu hermano vive para siempre en tu mirada" a lo cual ella solo sonreía con la pureza de los tepuyes o de los archipiélagos que aún no han sido contaminados. Sentí en sus formas una fuerza tan grande y un sentido de familia que sólo quieren honrar la vida de aquel que debería estar apenas preparándose para vivir y lo cedió por amor a lo que consideraba más suyo y más importante aún. Y mientras son más de 100 chicos y chicas que vieron el suelo como su última morada o tantos que por hambre o falta de medicamentos culminan con una vida preñada de abundancia. Hoy recuerdo ese día y los recuerdo a todos, creyendo como un país entero merece estar a la altura de sus almas que hoy reposan en un sueño de futuro, que dejaron como legado para otros, ojalá que para todos.
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