viernes, 10 de septiembre de 2021
El coste de la "guerra contra el terror": más de 900.000 muertos, 8 billones de dólares y pérdida de libertades
Tras los atentados del 11-S, Estados Unidos se embarcó en una serie de operaciones militares para, según esgrimió Washington, combatir el terrorismo que había golpeado en su suelo. La "guerra contra el terror" ha llevado desde entonces a las Fuerzas Armadas de EE.UU. por todo el mundo y singularmente a Oriente Medio.
Afganistán, Irak, Siria y Yemen han sido el escenario de conflictos que han tenido un alto coste en vidas humanas, tanto de combatientes como de civiles, económico y también para las libertades y los derechos humanos.
Balance de víctimas del Pentágono
La "guerra contra el terror" se inauguró con la invasión de Afganistán un mes después de los atentados para buscar a su organizador, Osama Bin Laden, en una operación bautizada como Libertad Duradera y rebautizada en 2015 como operación Centinela de la Libertad. La guerra de EE.UU. en Afganistán, el conflicto más largo de su historia, ha terminado 20 años después de manera abrupta y humillante para Washington y sus aliados cuando los talibanes retomaron el poder el 15 de agosto.
A la invasión de Afganistán siguieron la de Irak (operaciones Libertad en Irak y Nuevo amanecer, 2003-2011) y la operación Resolución Inherente contra el Estado Islámico (principalmente en Siria), que se inició en junio de 2014 y sigue abierta.
Según el Pentágono, a fecha del 6 de septiembre todas estas guerras habían provocado 7.074 muertos entre su personal (militar y civil) y 53.283 heridos. Los últimos fallecieron en el atentado del Estado Islámico contra el aeropuerto de Kabul el 27 de agosto.
Alrededor de 900.000 muertos en 20 años
El Pentágono no lleva la cuenta de las bajas que sus operaciones causan entre los combatientes enemigos ni las víctimas entre la población civil. El proyecto The Costs of War del Instituto Watson de la prestigiosa Universidad de Brown (EE.UU.), intenta cuantificar todos los costes de la "guerra contra el terror", y es una de las referencias más citadas por los medios estadounidenses.
Según sus cifras, hasta agosto habían muerto entre 897.000 y 929.000 personas, en su mayoría civiles (entre 363.000 y 387.000).
Entre las víctimas se incluyen 14.874 soldados de otros países aliados y unos 300.000 combatientes enemigos; más de 8.000 contratistas privados de seguridad estadounidenses, así como 680 periodistas y 892 trabajadores de ONG.
Muchos más, asegura el Instituto, han muerto por las consecuencias indirectas de los conflictos, como el hambre o la falta de atención sanitaria.
El coste en vidas se suma al de desplazados y refugiados. Unos 37 millones de personas han perdido sus hogares o se han convertido en refugiados a causa de las guerras libradas por EE.UU. tras el 11-S, según la misma fuente.
Más de 8 billones de dólares
Las guerras hay que pagarlas. Según The Costs of War, la "guerra contra el terror" ha costado al bolsillo de los estadounidenses 8 billones de dólares (6,74 billones de euros), calculados incluyendo los costes previstos para el año fiscal de 2022. El estudio incluye no solo los gastos del Departamento de Defensa, sino otros costes para el gobierno federal, como la atención a los veteranos.
Solo para la guerra de Afganistán, la misma fuente prevé un coste de 2,313 billones de dólares (1,95 billones de euros).
José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá y miembro del Instituto Franklin, destaca el coste económico como uno de los factores que han movido al presidente Joe Biden a ordenar la retirada completa de Afganistán, el conflicto que inauguró la "guerra contra el terror".
"El coste económico ha sido muy alto. La sociedad norteamericana lo ha admitido, pero a costa de reducir en servicios sociales, en otras partidas, y en obras públicas, como la ferroviaria", explica, en declaraciones a RTVE.es. "Los resultados que están obteniendo no son los deseados y el coste económico y en nivel de vida no se puede mantener ad infinitum".
El coste en bajas propias, en cambio, se ha mantenido en márgenes que la sociedad estadounidense ha considerado aceptables. "Si lo comparamos con la guerra de Vietnam, en la que tuvieron algo menos de 60.000 muertos, es solo un 10%, pero ahora la repercusión es mucho mayor, por la resonancia social. Una vida americana vale más, si se puede decir así, de lo que valía hace 50 años. La sociedad americana no hubiera soportado 50.000 muertos".
“La sociedad americana no hubiera soportado 50.000 muertos
Desde el punto de vista interno, la guerra contra el terrorismo no ha tenido una gran influencia en la política estadounidense. "La elección de presidentes y gobernadores ha respondido más a política interior", subraya Gurpegui. En política exterior, los atentados sí supusieron un "cambio radical", por la mayor implicación en Oriente Medio desde la presidencia de George W. Bush, pero "la política exterior sigue su propia dinámica, más allá del partido que esté en el gobierno".
Lo sucedido en Afganistán puede obligar a replantearse la actuación militar de EE.UU. en el exterior y a cuestionar si el coste ha merecido la pena. "Representa un fracaso, no solo de EE.UU. sino de la comunidad internacional - considera Gurpegui - Ha sido dinero y vidas humanas tiradas. Veremos la repercusión a medio plazo que puede tener en Estados Unidos".
El coste social de la pérdida de libertades civiles
El catedrático considera que ha habido además un cambio de mentalidad entre los estadounidenses. "Están más dispuestos a perder libertades en favor de la seguridad que hace 15 años, siempre que no se toque la Constitución", asegura.
Después de los atentados, la prioridad nacional de EE.UU. era detener a los culpables y evitar otro atentado similar. Para ese fin, el presidente Bush dictó la Patriot Act, que recortaba las libertades civiles y garantías constitucionales para "luchar contra el terrorismo". Su sucesor, Barack Obama, prolongó estas medidas, con algunas limitaciones, a través de la Freedom Act.
La nueva legislación permitió a EE.UU. abrir la cárcel de la Bahía de Guantánamo (Cuba), donde aún hay 40 personas retenidas ilegalmente; las ejecuciones fuera del campo de batalla de individuos sospechosos de terrorismo; la vigilancia masiva y las detenciones sin garantías judiciales.
“Nuestros programas de seguridad nacional reflejan la era post 11-S
"Nuestros programas de seguridad nacional reflejan la era post 11-S de diversas maneras y continúan en vigor, incluso aunque han demostrado no ser justos, efectivos ni responsables", explica a RTVE.es desde Seattle Hugh Handeyside, abogado de la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU), que trabaja en su programa sobre seguridad nacional.
Handeyside era analista de antiterrorismo en la CIA cuando se produjeron los atentados, pero la abandonó cuando vio que la respuesta al 11-S incluía políticas que "chocan con los derechos humanos y los principios de la Constitución".
El abogado de la ACLU asegura que desde el principio las comunidades musulmana y afroamericana sufrieron la vigilancia masiva y las identificaciones arbitrarias. Con el tiempo, para cada vez más ciudadanos "ha quedado claro que este aparato y esta arquitectura enorme de seguridad se están usando contra ciudadanos americanos y comunidades de maneras que la gente encuentra preocupante, y que estas políticas son excesivas y opacas".
Handeyside cree que se están dando pequeños pasos para revertir esta situación, como el acuerdo en el Congreso para limitar el uso de la fuerza en el extranjero.
"A pesar de esos pequeños pasos para revertir las medidas tomadas en el periodo post-11-S, la mayoría están aún en funcionamiento y la arquitectura no ha sido desmantelada. Desafortunadamente, estamos en una situación en la que tenemos que seguir presionando para que haya cambios importantes y reformas 20 años después", lamenta.-rtve.es.-MIGUEL CHARTE...
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