jueves, 2 de septiembre de 2021
Parashat Nitzavim
Parashat Nitzavim
«Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando a .A. tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a Él»… (Devarim 30 19-20)
Rav Moshé Avigdor Amiel, una vez Gran Rabino de Tel Aviv, explicó que hay dos tipos de tragedias nacionales. La primera es cuando una nación pierde las características de nacionalidad, su tierra, estado y gobierno. La segunda es cuando una nación pierde el orgullo de su herencia; cuando pierde la fe en su capacidad de crear como pueblo: cuando pierde las ganas de vivir.
La primera Tojejá –amonestación- de Parashat Bejukotay, habla del colapso nacional. La tierra y el estado se perderían. La gente sería exiliada. Y entonces las advertencias están todas en plural, dirigidas a todo Israel en conjunto. Predicen la destrucción de la ciudad y el suelo, que la tierra será desolada, sin labrar, sin plantar, su gente exiliada de ella.
La segunda admonición –Tojejá– leída la semana pasada, habla de la desintegración moral del pueblo judío y de la devastación de su alma. Las advertencias están redactadas en forma singular. Y enfatizan la pérdida de valor y de las ganas de vivir. “No tendrás fe en tu existencia”, declara. Pero después de la destrucción del Segundo Templo, solo una pequeña parte de nuestro pueblo conservó la esperanza. Muchos estaban dispuestos a darse por vencidos por completo y a vivir una vida de luto continuo por el Templo, Estado, tierra y pueblo.
La porción de la Torá de esta semana, Nitzavim, que es uno de los discursos finales de Moshé (seguirá una coda de un poema épico y una bendición), termina con el llamado conmovedor que ha llegado a definir el carácter judío y especialmente en esta época del año: elegir la vida, es la respuesta más acabada a la parashá anterior y se lee todos los años antes de Rosh Hashaná.
Moshé nos llama a hacer teshuvá, a regresar a Dios, a nuestro pueblo, a nuestra tierra y nos convoca a amar al Creador con nuestros corazones, con toda el alma, a fin de que vivamos» (30:6).
Moshé deja en claro que está hablando a través de las generaciones, dirigiéndose a cada individuo, desde los líderes hasta los estratos menos calificados de la sociedad, hombres, mujeres y niños, e incluso aquellos que aún no están presentes para escucharlo hablar. Insiste en que este cambio de opinión es posible y que no necesitamos intermediarios para lograrlo. En palabras de la Torá: «Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal» (30: 11-15).
Moshé afirma que somos capaces de cambiar. Insiste en que somos capaces de abrir nuestro corazón, de elegir la vida y la bondad, no importa lo lejos que nos hayamos desviado de nuestra meta: “Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá .A. tu Dios, y de allá te tomará» (30:4).
Moshé está siendo el máximo maestro espiritual aquí al final de su enseñanza. Nos está diciendo que nuestras creencias auto limitantes nos impiden participar plenamente en el desarrollo de la creación. No está en el cielo, ni al otro lado del mar, está cerca de ti, en tus propios labios y en tu propio corazón, ¡puedes hacerlo!
Podemos sentir el sentido de urgencia de Moshé cuando nos exhorta a nosotros, su pueblo, a entrar en la Tierra Prometida, la tierra de la realización humana. Tenemos una noble tarea que realizar, expandir nuestro sentido de lo posible. Debemos hacer teshuvá –penitencia y arrepentimiento para regresar al bien- y alinear nuestras creencias sobre nosotros mismos con nuestro verdadero y magnífico potencial. Debemos elegir la vida y la vitalidad para que, como dice Moshé, nosotros y nuestros descendientes podamos vivir mucho tiempo en la buena tierra que el Creador nos ha concedido.
La energía vital que anima a toda la creación también nos anima a nosotros. Un día esa energía nos sacará a cada uno de nuestra individualidad y nuestra esencia se reunirá y se mezclará con la tierra y el cielo. Sí, es un momento desafiante. Podemos enumerar las razones de la desesperación. Por otra parte, ¿cuándo los tiempos no han sido desafiantes? No importa, dice Moshé, el potencial de cambio todavía está en nuestras manos.
Moshé tiene particular audiencia para sus palabras al entrar en el Año Nuevo: “Les he puesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. ¡Elige la vida!».
En tiempos de pandemia, el dilema tiene una sola respuesta, actuar activamente para ser inscritos en el Libro de la Vida.
Zojreinu lejaim, recuérdanos para la vida, rey que apetece la vida e inscríbenos en el Libro de la Vida, por ti, Dios de vida.-Aurora.-Rabino Yerahmiel Barylka...
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