Europa, Europa, Nos Traicionaste
Dra. Bejla Rubin
¿Terminó la guerra en verdad el 8 de mayo de 1945? ¿Finalizó para aquel que sobrevivió?
Vuelve a casa un extraño, un hombre de 38 kg. y 1,81 de estatura, como lo ha sido Robert Antelme, la pareja de Marguerite Duras. Y ella en su lenta espera escribe La Doleur, texto el cual ni recuerda cuándo ni cómo lo escribió, el dolor ocupó todos los espacios de su vida en esa tortuosa espera de su amado, espera de madres, hijas, novias y mujeres, dolor escrito en femenino, en esa letanía, en la apuesta azarosa de ver quién hubiera de ser el beneficiado por el azar de volver a los suyos, o quien no, no por designio de un Dios piadoso, ni por la mano de la Shejina, en ese silencio solitario de mujeres que supieron aguardar. Dios quedó fuera de Auschwitz, no barajó el destino de quieres quedarían inscriptos en el libro de la Vida o de la Muerte.
La Gare D´Orsay fue la estación por la que volvieron los sobrevivientes, los repatriados, esos extraños no sólo por sus cuerpos consumidos por el hambre, el frío y el dolor, sino porque no habrán de volver a ser “esos” que fueran antes de su hacinamiento en Buchenwald, Bergen Belsen, Auschwitz, Treblinka…., antes de pasar por el horror de ese infierno terrenal, hecho y pensado por la mente humana, ese que Marguerite Duras se pregunta: “¿cómo se puede seguir siendo alemán después de ser cómplice de tanta maldad?”.
Y vuelven los muertos vivos, ese par de ojos que fueron testigos de lo improferible, que no pueden contar dado que el mundo no quiere saber, descree de sus relatos puesto que aquí la negación es conveniente, pero sobre todo, decir es recordar la escena ominosa, impensable de que un hombre haya podido hacer ESO a otro. Entonces, entre los unos y los otros (los sobrevivientes y los que no) acontece el silencio, denso, cargado de fantasmas y de escenas imborrables. El miedo a que la maldad se vuelva a repetir, y en cuanto al que no lo vivió que no lo alcance a entender. Es así como se establece la brecha, el abismo, entre los unos y los otros. Y ésta será de por vida.
Cómo contar cuando se fue testigo de que los recién nacidos eran confiados a un Cuerpo de Mujeres Encargadas del estrangulamiento de niños judíos, expertas en el arte de matar por medio de una presión en las carótidas. Y cínicamente acotaban: “mueren con una sonrisa pues no causa dolor”.
Los nazis nos aportaron eso, un nuevo rostro de la muerte organizada, racionalizada, insensible que no provocó ni estupor ni indignación en el nazi alemán. Todos adhirieron a un sistema metódico e industrial de matanza sostenido e impulsado por el régimen nazi y su Führer.
Los crímenes del nazismo no son únicamente de responsabilidad de Alemania, Europa toda es culpable de manera colectiva por no alzar la mano, por adherir silenciosamente a que el “otro” realice el sueño colectivo de deshacerse de “sus judíos”, Europa entera nos ha traicionado, y hoy siendo que está Judenrein, limpia de sus judíos, quedó infestada de fundamentalistas musulmanes, casi como el reverso de la moneda que se han ganado.
¿La guerra en verdad ha finalizado? Sus líderes tales como De Gaulle no habló de los campos de concentración, por temor a que disminuya su importancia, para no contaminar al pueblo francés con ese relato y de esa manera no decaiga su figura política.
Wiston Spencer Churchill jamás mencionó su pacto con Hitler por el petróleo de los Cáucasos y que en esa alianza siniestra deja que los alemanes hundan el buque de guerra Hook a cambio de hundir el Bismark como una pantalla de humo para que cesen los bombardeos sobreLondres y así los alemanes dejen de batallar en dos frentes de guerra simultáneos, Occidente y Oriente, cosa que les era imposible armamentísticamente hablando.
¿Acaso Hitler da por finalizada la guerra luego de la derrota en Stalingrado en 1943? No, debido a su tiranía y su narcisismo entonces, la prosigue hasta los confines de lo inhumano para con su propio pueblo, siendo que una Berlín destruida y bombardeada por el avance ruso, pone rifles en manos de criaturas y ancianos desvalidos y hambreados para defenderla.
Dirá Marguerite Duras: “ el dolor necesita espacio”, y yo agrego, el silencio necesita de otro que esté dispuesto a acogerlo, a no soslayar la mirada, de que nadie es merecedor de ser masacrado por su condición étnica y/o religiosa entonces, para poder alojar el silencio del sufriente es necesario aceptar que cualquiera pudo haber estado en su lugar, y que esa maldad no es pasado, es la constante posibilidad de que se pueda volver a repetir dado que una vez que el Paradigma del Mal entra en el mundo, siempre se puede volver a dar, es más, emular y perfeccionar, pues hacer el Mal no requiere de un gran esfuerzo, la bondad sí precisa de tiempo, espacio y poner en función el amor al otro más allá de su diversidad. Es poder cuidar de la niña judía abandonada, Aurélia Steiner en la ficción de Marguerite Duras, que dice de su cuidadora en la espera a que la guerra finalice, “lo que la niña sabe es que cuando la mujer oiga la palabra Polizei detrás de la puerta, la mujer abrirá y matará a todos, primero a ellos y a continuación a ellas dos”.
Agradecemos a esos justos de la humanidad que con valentía y generosidad han acogido en su seno la vida de tantas criaturas judías abandonadas dado el hacinamiento en campos de concentración de sus padres, que las ampararon a costa de poner en riesgo sus propias vidas en caso de ser delatados, en caso de que la codicia vil de un ojo indiscreto de a conocer el paradero de esos pobrecitos desahuciados, pero que no obstante, no siempre la Maldad hubo de triunfar. ■.- Aurora...
Vuelve a casa un extraño, un hombre de 38 kg. y 1,81 de estatura, como lo ha sido Robert Antelme, la pareja de Marguerite Duras. Y ella en su lenta espera escribe La Doleur, texto el cual ni recuerda cuándo ni cómo lo escribió, el dolor ocupó todos los espacios de su vida en esa tortuosa espera de su amado, espera de madres, hijas, novias y mujeres, dolor escrito en femenino, en esa letanía, en la apuesta azarosa de ver quién hubiera de ser el beneficiado por el azar de volver a los suyos, o quien no, no por designio de un Dios piadoso, ni por la mano de la Shejina, en ese silencio solitario de mujeres que supieron aguardar. Dios quedó fuera de Auschwitz, no barajó el destino de quieres quedarían inscriptos en el libro de la Vida o de la Muerte.
La Gare D´Orsay fue la estación por la que volvieron los sobrevivientes, los repatriados, esos extraños no sólo por sus cuerpos consumidos por el hambre, el frío y el dolor, sino porque no habrán de volver a ser “esos” que fueran antes de su hacinamiento en Buchenwald, Bergen Belsen, Auschwitz, Treblinka…., antes de pasar por el horror de ese infierno terrenal, hecho y pensado por la mente humana, ese que Marguerite Duras se pregunta: “¿cómo se puede seguir siendo alemán después de ser cómplice de tanta maldad?”.
Y vuelven los muertos vivos, ese par de ojos que fueron testigos de lo improferible, que no pueden contar dado que el mundo no quiere saber, descree de sus relatos puesto que aquí la negación es conveniente, pero sobre todo, decir es recordar la escena ominosa, impensable de que un hombre haya podido hacer ESO a otro. Entonces, entre los unos y los otros (los sobrevivientes y los que no) acontece el silencio, denso, cargado de fantasmas y de escenas imborrables. El miedo a que la maldad se vuelva a repetir, y en cuanto al que no lo vivió que no lo alcance a entender. Es así como se establece la brecha, el abismo, entre los unos y los otros. Y ésta será de por vida.
Cómo contar cuando se fue testigo de que los recién nacidos eran confiados a un Cuerpo de Mujeres Encargadas del estrangulamiento de niños judíos, expertas en el arte de matar por medio de una presión en las carótidas. Y cínicamente acotaban: “mueren con una sonrisa pues no causa dolor”.
Los nazis nos aportaron eso, un nuevo rostro de la muerte organizada, racionalizada, insensible que no provocó ni estupor ni indignación en el nazi alemán. Todos adhirieron a un sistema metódico e industrial de matanza sostenido e impulsado por el régimen nazi y su Führer.
Los crímenes del nazismo no son únicamente de responsabilidad de Alemania, Europa toda es culpable de manera colectiva por no alzar la mano, por adherir silenciosamente a que el “otro” realice el sueño colectivo de deshacerse de “sus judíos”, Europa entera nos ha traicionado, y hoy siendo que está Judenrein, limpia de sus judíos, quedó infestada de fundamentalistas musulmanes, casi como el reverso de la moneda que se han ganado.
¿La guerra en verdad ha finalizado? Sus líderes tales como De Gaulle no habló de los campos de concentración, por temor a que disminuya su importancia, para no contaminar al pueblo francés con ese relato y de esa manera no decaiga su figura política.
Wiston Spencer Churchill jamás mencionó su pacto con Hitler por el petróleo de los Cáucasos y que en esa alianza siniestra deja que los alemanes hundan el buque de guerra Hook a cambio de hundir el Bismark como una pantalla de humo para que cesen los bombardeos sobreLondres y así los alemanes dejen de batallar en dos frentes de guerra simultáneos, Occidente y Oriente, cosa que les era imposible armamentísticamente hablando.
¿Acaso Hitler da por finalizada la guerra luego de la derrota en Stalingrado en 1943? No, debido a su tiranía y su narcisismo entonces, la prosigue hasta los confines de lo inhumano para con su propio pueblo, siendo que una Berlín destruida y bombardeada por el avance ruso, pone rifles en manos de criaturas y ancianos desvalidos y hambreados para defenderla.
Dirá Marguerite Duras: “ el dolor necesita espacio”, y yo agrego, el silencio necesita de otro que esté dispuesto a acogerlo, a no soslayar la mirada, de que nadie es merecedor de ser masacrado por su condición étnica y/o religiosa entonces, para poder alojar el silencio del sufriente es necesario aceptar que cualquiera pudo haber estado en su lugar, y que esa maldad no es pasado, es la constante posibilidad de que se pueda volver a repetir dado que una vez que el Paradigma del Mal entra en el mundo, siempre se puede volver a dar, es más, emular y perfeccionar, pues hacer el Mal no requiere de un gran esfuerzo, la bondad sí precisa de tiempo, espacio y poner en función el amor al otro más allá de su diversidad. Es poder cuidar de la niña judía abandonada, Aurélia Steiner en la ficción de Marguerite Duras, que dice de su cuidadora en la espera a que la guerra finalice, “lo que la niña sabe es que cuando la mujer oiga la palabra Polizei detrás de la puerta, la mujer abrirá y matará a todos, primero a ellos y a continuación a ellas dos”.
Agradecemos a esos justos de la humanidad que con valentía y generosidad han acogido en su seno la vida de tantas criaturas judías abandonadas dado el hacinamiento en campos de concentración de sus padres, que las ampararon a costa de poner en riesgo sus propias vidas en caso de ser delatados, en caso de que la codicia vil de un ojo indiscreto de a conocer el paradero de esos pobrecitos desahuciados, pero que no obstante, no siempre la Maldad hubo de triunfar. ■.- Aurora...
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