Las prioridades del electorado
Hace pocos días el Banco Central de Israel dio a conocer sus últimas proyecciones referidas al comportamiento macro de la economía israelí para los próximos dos años. Ninguna novedad en este anuncio, que sitúa el crecimiento del PIB para el presente año en un 3.4% y en un 3.5% para 2020, y que esta vez parece estar centrado más en el proyectado crecimiento de las exportaciones (5.5% y 6.0%) que en el del consumo privado (2.5% y 3.0%). Naturalmente, estas proyecciones se basan en una relativa estabilidad del contexto económico internacional actual, con el riesgo que un agravamiento de ese panorama afecte negativamente las perspectivas económicas de Israel. Esto lo reconoce el Banco Central de Israel, que señala en el Comunicado de Prensa correspondiente la existencia de varios factores, tanto de carácter externo como interno, que pueden cambiar esas proyecciones.
Así puede suceder, por ejemplo, con el rumbo que tomen los enfrentamientos comerciales entre los EEUU y China, con las consecuencias derivadas de la forma en que el Reino Unido resuelva (o no) su salida de la Unión Europea, con la presencia de una volatilidad acrecentada de los mercados financieros y con un probable avance de la derecha extrema en el Parlamento Europeo. Y en el ámbito económico interno, con el estallido de movilizaciones por los aumentos de tarifas y precios de bienes e insumos generalizados y/o reclamos por aumentos salariales y/o un mayor y más eficiente gasto social.
En resumen, vivimos en una etapa de gran volatilidad, en la que la dirección de los procesos económicos –y de sus impactos sociales- difíciles de prever, en particular en un país pequeño altamente dependiente del entorno internacional.
Pero estamos en tiempos de elecciones, y la notoria habilidad de nuestros manipuladores políticos se encargará de mantener la tensión popular alejada de los problemas económicos y sociales, y en centrarla más bien alrededor de los temas de seguridad, exacerbando al mismo tiempo temores ancestrales, de modo que predomine la emoción sobre la razón (lo que puede llevar a que nada cambie, hasta que sea demasiado tarde para cambiar).
En consecuencia, es posible lamentar desde ya que los temas económicos y sociales no tengan prácticamente lugar en los planteamientos de la abrumadora mayoría de los partidos que se presenten a estas próximas elecciones; de hecho, es de temer que lo que se denominan “planteamientos programáticos” se limitarán a la formulación de declaraciones altisonantes preparadas por especialistas en el manejo de la opinión pública, entrenados para ofrecer eslóganes en lugar de contenido.
En este sentido, confieso que me gustaría escuchar, como parte de algún planteamiento serio en esta campaña electoral, que alguien se refiriera a una deseable sociedad abierta en términos como los siguientes: “Utilizo (la idea de) “sociedad abierta” como abreviatura de una sociedad en la que el imperio de la ley prevalece sobre el gobierno de un solo individuo, y donde el papel del Estado es proteger los derechos humanos y la libertad individual. Desde mi punto de vista, una sociedad abierta debería prestar atención especial a aquellos que sufren de discriminación o de exclusión social y a aquellos que no pueden defenderse por sí mismos”. Pero me temo que en las actuales circunstancias de Israel no sería “políticamente correcto” mencionar abiertamente esta referencia, ya que forma parte de una reciente nota de George Soros (ver “The Artifitial Intelligence threat to open societies” en la revista digital Project Syndicate, 24/01/2019). Y es sabido que las menciones a Soros no son bien recibidas en este país –al menos por parte de nuestros dirigentes; y eso para decirlo de manera diplomática.
Pero retornando a la actual y (seguramente) futura carencia de interés por incluir temas económicos y sociales en los planteamientos electorales, es posible argumentar que esto obedecería –entre otras cosas- a la falta de reacción de la propia población, porque habría encontrado diversas válvulas de escape para enfrentar sus problemas. Así por ejemplo, estudios recientes parecen mostrar que el aumento de las poblaciones judías en los asentamientos en los territorios ocupados se explicaría en una medida significativa por razones económicas, más allá de motivos ideológicos. Por lo que se refiere a otro sector poblacional, vinculado éste a la educación universitaria, el fenómeno de la fuga de cerebros persiste y estaría aumentando, constituyendo otra forma de expresar disconformidad. Y no es menos importante mencionar la actitud de una proporción importante de la sociedad, que se mantiene leal a la actual dirigencia política, cualesquiera sean los actos delictivos en que ésta incurra.
Lo anterior se alimenta en gran medida del ensayo seminal de Albert Hirshman, “Exit, voice and loyalty”, publicado en 1970, en el que elabora una teoría alrededor de esas tres alternativas (Salida, Voz, Lealtad) como respuesta a la declinación de empresas, organizaciones o estado. Creo que la aplicación –y adaptación- de esta teoría a la interpretación del funcionamiento de la sociedad israelí podría arrojar nuevas luces sobre su comportamiento, especialmente en períodos electorales como el actual.
Mientras tanto, una cierta confirmación de la escasa importancia que esta sociedad parece asignar –al menos en estos momentos- a los temas económicos y sociales viene dada por los resultados de encuestas recientes sobre la intención de voto. Como es sabido, se han incorporado algunos nuevos partidos a la contienda electoral, y entre ellos destaca el llamado “Resistencia de Israel”, formado por el ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Israel, Benjamin “Benny” Ganz. En las encuestas recientes ese partido, inexistente hasta ahora, alcanza hasta 15 mandatos parlamentarios y se ubica entre el segundo y tercer lugar, sin que se hayan escuchado todavía algo sobre su postura en materia económica y social (a los efectos, cabe agregar que todavía no ha emitido comentarios prácticamente sobre ningún tema). Y sin embargo, esa es la posición que mantiene hasta ahora en las encuestas.
Pero la explicación podría ser muy sencilla; hasta el presente, se ha internalizado en esta sociedad la idea –y diría que para muchos la convicción- de que no hay nadie que pueda sustituir a Benjamin Netaniahu al frente del gobierno. Y ello no por su liderazgo en materia económica y social, que obviamente deja mucho que desear, sino en función de su imagen como Mr. Seguridad, imagen ésta que se ha cuidado enormemente de crear, mantener y agrandar. Pero cuando un ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas se presenta a disputar su puesto, comenzaría a penetrar en el imaginario colectivo la idea de que sí hay quien puede a sustituir a Mr. Seguridad; de ahí derivaría el apoyo instantáneo a ese nuevo partido que detectan las encuestas. Y por ahí parecen orientarse las prioridades del electorado, aunque entretanto todas posibilidades continúan abiertas..-Aurora.-Benito Roitman...
Así puede suceder, por ejemplo, con el rumbo que tomen los enfrentamientos comerciales entre los EEUU y China, con las consecuencias derivadas de la forma en que el Reino Unido resuelva (o no) su salida de la Unión Europea, con la presencia de una volatilidad acrecentada de los mercados financieros y con un probable avance de la derecha extrema en el Parlamento Europeo. Y en el ámbito económico interno, con el estallido de movilizaciones por los aumentos de tarifas y precios de bienes e insumos generalizados y/o reclamos por aumentos salariales y/o un mayor y más eficiente gasto social.
En resumen, vivimos en una etapa de gran volatilidad, en la que la dirección de los procesos económicos –y de sus impactos sociales- difíciles de prever, en particular en un país pequeño altamente dependiente del entorno internacional.
Pero estamos en tiempos de elecciones, y la notoria habilidad de nuestros manipuladores políticos se encargará de mantener la tensión popular alejada de los problemas económicos y sociales, y en centrarla más bien alrededor de los temas de seguridad, exacerbando al mismo tiempo temores ancestrales, de modo que predomine la emoción sobre la razón (lo que puede llevar a que nada cambie, hasta que sea demasiado tarde para cambiar).
En consecuencia, es posible lamentar desde ya que los temas económicos y sociales no tengan prácticamente lugar en los planteamientos de la abrumadora mayoría de los partidos que se presenten a estas próximas elecciones; de hecho, es de temer que lo que se denominan “planteamientos programáticos” se limitarán a la formulación de declaraciones altisonantes preparadas por especialistas en el manejo de la opinión pública, entrenados para ofrecer eslóganes en lugar de contenido.
En este sentido, confieso que me gustaría escuchar, como parte de algún planteamiento serio en esta campaña electoral, que alguien se refiriera a una deseable sociedad abierta en términos como los siguientes: “Utilizo (la idea de) “sociedad abierta” como abreviatura de una sociedad en la que el imperio de la ley prevalece sobre el gobierno de un solo individuo, y donde el papel del Estado es proteger los derechos humanos y la libertad individual. Desde mi punto de vista, una sociedad abierta debería prestar atención especial a aquellos que sufren de discriminación o de exclusión social y a aquellos que no pueden defenderse por sí mismos”. Pero me temo que en las actuales circunstancias de Israel no sería “políticamente correcto” mencionar abiertamente esta referencia, ya que forma parte de una reciente nota de George Soros (ver “The Artifitial Intelligence threat to open societies” en la revista digital Project Syndicate, 24/01/2019). Y es sabido que las menciones a Soros no son bien recibidas en este país –al menos por parte de nuestros dirigentes; y eso para decirlo de manera diplomática.
Pero retornando a la actual y (seguramente) futura carencia de interés por incluir temas económicos y sociales en los planteamientos electorales, es posible argumentar que esto obedecería –entre otras cosas- a la falta de reacción de la propia población, porque habría encontrado diversas válvulas de escape para enfrentar sus problemas. Así por ejemplo, estudios recientes parecen mostrar que el aumento de las poblaciones judías en los asentamientos en los territorios ocupados se explicaría en una medida significativa por razones económicas, más allá de motivos ideológicos. Por lo que se refiere a otro sector poblacional, vinculado éste a la educación universitaria, el fenómeno de la fuga de cerebros persiste y estaría aumentando, constituyendo otra forma de expresar disconformidad. Y no es menos importante mencionar la actitud de una proporción importante de la sociedad, que se mantiene leal a la actual dirigencia política, cualesquiera sean los actos delictivos en que ésta incurra.
Lo anterior se alimenta en gran medida del ensayo seminal de Albert Hirshman, “Exit, voice and loyalty”, publicado en 1970, en el que elabora una teoría alrededor de esas tres alternativas (Salida, Voz, Lealtad) como respuesta a la declinación de empresas, organizaciones o estado. Creo que la aplicación –y adaptación- de esta teoría a la interpretación del funcionamiento de la sociedad israelí podría arrojar nuevas luces sobre su comportamiento, especialmente en períodos electorales como el actual.
Mientras tanto, una cierta confirmación de la escasa importancia que esta sociedad parece asignar –al menos en estos momentos- a los temas económicos y sociales viene dada por los resultados de encuestas recientes sobre la intención de voto. Como es sabido, se han incorporado algunos nuevos partidos a la contienda electoral, y entre ellos destaca el llamado “Resistencia de Israel”, formado por el ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Israel, Benjamin “Benny” Ganz. En las encuestas recientes ese partido, inexistente hasta ahora, alcanza hasta 15 mandatos parlamentarios y se ubica entre el segundo y tercer lugar, sin que se hayan escuchado todavía algo sobre su postura en materia económica y social (a los efectos, cabe agregar que todavía no ha emitido comentarios prácticamente sobre ningún tema). Y sin embargo, esa es la posición que mantiene hasta ahora en las encuestas.
Pero la explicación podría ser muy sencilla; hasta el presente, se ha internalizado en esta sociedad la idea –y diría que para muchos la convicción- de que no hay nadie que pueda sustituir a Benjamin Netaniahu al frente del gobierno. Y ello no por su liderazgo en materia económica y social, que obviamente deja mucho que desear, sino en función de su imagen como Mr. Seguridad, imagen ésta que se ha cuidado enormemente de crear, mantener y agrandar. Pero cuando un ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas se presenta a disputar su puesto, comenzaría a penetrar en el imaginario colectivo la idea de que sí hay quien puede a sustituir a Mr. Seguridad; de ahí derivaría el apoyo instantáneo a ese nuevo partido que detectan las encuestas. Y por ahí parecen orientarse las prioridades del electorado, aunque entretanto todas posibilidades continúan abiertas..-Aurora.-Benito Roitman...
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