Un pulso de legitimidad que pende de los militares: claves de la crisis en Venezuela
Los acontecimientos políticos de los últimos días en Venezuela han sumido al país en la recurrente crisis política de los últimos años, protagonizada por la pugna entre el presidente electo y oficial, Nicolás Maduro, y el autoproclamado "presidente encargado" y líder de la oposición, Juan Guaidó, una fuerte presión internacional que exige elecciones en Venezuela y un clima de tensa incertidumbre. Estas son las claves de la situación políticos en Venezuela y las posibles salidas.
Por qué Maduro y Guaidó se dicen presidentes
Nicolás Maduro llegó al poder en 2013 al ganar las primeras elecciones tras la muerte del expresidente Hugo Chávez. En mayo de 2018 volvió a vencer en unas presidenciales sin oposición, que denunció la falta de parcialidad de la institución que regula los procesos electorales, el Consejo Nacional Electoral (CNE), y ni se presentó, ni reconoció su victoria. El pasado 10 de enero, Maduro tomó posesión como presidente en el Tribunal Supremo, y no en la Asamblea Nacional (Parlamento), y Juan Guaidó, líder del partido Voluntad Popular, ascendió a la Presidencia de la Asamblea Nacional.
Cuando Guaidó se autoproclamó presidente el pasado 23 de enero, lo hizo en la calle y no en la Asamblea Nacional -declarada en "desacato" por el Tribunal Supremo en 2017-, y se amparó en los artículo 233 y 333 de la Constitución venezolana. El artículo 233 dicta que cuando hay una falta "absoluta", esto es, abandono del cargo por muerte, renuncia, destitución por el Supremo o incapacidad física o mental; y cuando esta se produce antes de tomar posesión, "se procederá a una nueva elección universal, directa y secreto dentro de los treinta días consecutivos siguientes". Hasta entonces, "se encargará de la Presidencia el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional", y este es el punto al que se aferra Guaidó.
El presidente venezolano cuenta con el reconocimiento de países como China, Rusia, México o Uruguay; mientras que Juan Guaidó ha sido reconocido como presidente "interino" del país por Estados Unidos, Canadá, el Grupo de Lima, Israel, Marruecos o la Unión Europea. España dará el paso el próximo lunes ante la negativa de Maduro a convocar elecciones.
Nicolás Maduro llegó al poder en 2013 al ganar las primeras elecciones tras la muerte del expresidente Hugo Chávez. En mayo de 2018 volvió a vencer en unas presidenciales sin oposición, que denunció la falta de parcialidad de la institución que regula los procesos electorales, el Consejo Nacional Electoral (CNE), y ni se presentó, ni reconoció su victoria. El pasado 10 de enero, Maduro tomó posesión como presidente en el Tribunal Supremo, y no en la Asamblea Nacional (Parlamento), y Juan Guaidó, líder del partido Voluntad Popular, ascendió a la Presidencia de la Asamblea Nacional.
Cuando Guaidó se autoproclamó presidente el pasado 23 de enero, lo hizo en la calle y no en la Asamblea Nacional -declarada en "desacato" por el Tribunal Supremo en 2017-, y se amparó en los artículo 233 y 333 de la Constitución venezolana. El artículo 233 dicta que cuando hay una falta "absoluta", esto es, abandono del cargo por muerte, renuncia, destitución por el Supremo o incapacidad física o mental; y cuando esta se produce antes de tomar posesión, "se procederá a una nueva elección universal, directa y secreto dentro de los treinta días consecutivos siguientes". Hasta entonces, "se encargará de la Presidencia el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional", y este es el punto al que se aferra Guaidó.
El presidente venezolano cuenta con el reconocimiento de países como China, Rusia, México o Uruguay; mientras que Juan Guaidó ha sido reconocido como presidente "interino" del país por Estados Unidos, Canadá, el Grupo de Lima, Israel, Marruecos o la Unión Europea. España dará el paso el próximo lunes ante la negativa de Maduro a convocar elecciones.
La oposición y Maduro, años de enfrentamiento sin diálogo
La oposición venezolana aglutina a una decena de partidos, entre ellos: Voluntad Popular de Guaidó, liderado por el encarcelado Leopoldo López, la coalición Soy Venezuela, de Antonio Ledesma, Primero Justicia, de Henrique Capriles, o el minoritario Avanzada Progresista, de Henri Falcón. En 2015, la coalición de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), ganó las elecciones legislativas por mayoría de dos tercios y asumió el control de la Asamblea Nacional, es decir, del poder legislativo, y sus partidos se reparten desde entonces la Presidencia de forma rotatoria. Pero en 2017, el Tribunal Supremo declaró a la Asamblea Nacional en "desacato", y desde entonces no reconoce su legitimidad. Maduro creó entonces la Asamblea Constituyente, con la que asumió el poder Legislativo, y con la que pretende redactar una nueva Constitución.
“Mientras Maduro no esté dispuesto a discutir su salida, la negociación y el diálogo no va a tener sentido“
En los últimos meses, la MUD se ha ido fragmentando por la divergencia de estrategias a seguir contra el presidente. "Estaba balcanizada hasta diciembre, cada grupo y subgrupo tenía una agenda muy diferente. El acuerdo no era llegar a este escenario de Gobierno paralelo porque no era seguro si era una estrategia válida, pero las rupturas ahora han quedado bajo la mesa por el reconocimiento internacional", apunta el experto en Política Contemporánea de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Juan Manuel Trak.
Maduro ofrece diálogo para solventar la crisis, pero los expertos venezolanos consultados por RTVE.es descartan que esta sea una solución viable, ya que el proceso de diálogo con la oposición se rompió en 2017, "cuando se llegó al punto neurálgico para renovar al CNE, la que puede generar alternancia", explica el analista Eugenio G. Martínez. "Maduro está dispuesto a discutir concesiones económicas y políticas para la oposición, pero no la alternancia en el poder; mientras este sea el caso, hablar de un proceso de negociación y diálogo efectivo no va a tener sentido", destaca. Por otro lado, Trak sugiere que el Gobierno "siempre ha utilizado el diálogo para ganar el tiempo y luego nunca cumple su palabra".
Maduro, "dispuesto a hablar con la oposición", pero mantiene las presidenciales para 2025
La oposición venezolana aglutina a una decena de partidos, entre ellos: Voluntad Popular de Guaidó, liderado por el encarcelado Leopoldo López, la coalición Soy Venezuela, de Antonio Ledesma, Primero Justicia, de Henrique Capriles, o el minoritario Avanzada Progresista, de Henri Falcón. En 2015, la coalición de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), ganó las elecciones legislativas por mayoría de dos tercios y asumió el control de la Asamblea Nacional, es decir, del poder legislativo, y sus partidos se reparten desde entonces la Presidencia de forma rotatoria. Pero en 2017, el Tribunal Supremo declaró a la Asamblea Nacional en "desacato", y desde entonces no reconoce su legitimidad. Maduro creó entonces la Asamblea Constituyente, con la que asumió el poder Legislativo, y con la que pretende redactar una nueva Constitución.
“Mientras Maduro no esté dispuesto a discutir su salida, la negociación y el diálogo no va a tener sentido“
En los últimos meses, la MUD se ha ido fragmentando por la divergencia de estrategias a seguir contra el presidente. "Estaba balcanizada hasta diciembre, cada grupo y subgrupo tenía una agenda muy diferente. El acuerdo no era llegar a este escenario de Gobierno paralelo porque no era seguro si era una estrategia válida, pero las rupturas ahora han quedado bajo la mesa por el reconocimiento internacional", apunta el experto en Política Contemporánea de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Juan Manuel Trak.
Maduro ofrece diálogo para solventar la crisis, pero los expertos venezolanos consultados por RTVE.es descartan que esta sea una solución viable, ya que el proceso de diálogo con la oposición se rompió en 2017, "cuando se llegó al punto neurálgico para renovar al CNE, la que puede generar alternancia", explica el analista Eugenio G. Martínez. "Maduro está dispuesto a discutir concesiones económicas y políticas para la oposición, pero no la alternancia en el poder; mientras este sea el caso, hablar de un proceso de negociación y diálogo efectivo no va a tener sentido", destaca. Por otro lado, Trak sugiere que el Gobierno "siempre ha utilizado el diálogo para ganar el tiempo y luego nunca cumple su palabra".
Maduro, "dispuesto a hablar con la oposición", pero mantiene las presidenciales para 2025
Los militares, claves en el éxito de Guaidó
La cúpula militar salió en defensa de Maduro un día después de la autoproclamación de Guaidó y su papel es determinante en el éxito que pueda tener el opositor en su objetivo, según Martínez. De hecho, Guaidó ha asegurado en una columna en el diario The New York Times que está tratando de recabar el apoyo de las Fuerzas Armadas en reuniones clandestinas, a las que ha ofrecido una "amnistía".
"Las élites están divididas, es necesario que parte de los grados medios del Ejército decidan" a quién apoyan, subraya el experto en Relaciones Internacionales de la Universitat Oberta de Catalunya, Ernesto Pascual. Por un lado, la cúpula tiene "intereses particulares gestados a lo largo de 20 años de chavismo", según indica Trak, y, por otro, los medios y bajos mandos "también pasan hambre y sufren la escasez económica", dice Pascual. Este es precisamente el argumento empleado por Guaidó para tratar de recabar el apoyo militar.
"Una vez que se pierda el control del Ejército es cuando los acontecimientos se pueden precipitar, pero dependerá de si finalmente no solo los medios, sino un alto mando considera que es posible" derrocar a Maduro, apunta Pascual. Y según Martínez, el mayor indicativo de la postura militar se verá con el alcance de las sanciones, "que va a acelerar la conflictividad en las calles y la represión; entonces habrá que ver si el estamento militar está dispuesto a asumir ese puesto de represión" contra los venezolanos.
La cúpula militar salió en defensa de Maduro un día después de la autoproclamación de Guaidó y su papel es determinante en el éxito que pueda tener el opositor en su objetivo, según Martínez. De hecho, Guaidó ha asegurado en una columna en el diario The New York Times que está tratando de recabar el apoyo de las Fuerzas Armadas en reuniones clandestinas, a las que ha ofrecido una "amnistía".
"Las élites están divididas, es necesario que parte de los grados medios del Ejército decidan" a quién apoyan, subraya el experto en Relaciones Internacionales de la Universitat Oberta de Catalunya, Ernesto Pascual. Por un lado, la cúpula tiene "intereses particulares gestados a lo largo de 20 años de chavismo", según indica Trak, y, por otro, los medios y bajos mandos "también pasan hambre y sufren la escasez económica", dice Pascual. Este es precisamente el argumento empleado por Guaidó para tratar de recabar el apoyo militar.
"Una vez que se pierda el control del Ejército es cuando los acontecimientos se pueden precipitar, pero dependerá de si finalmente no solo los medios, sino un alto mando considera que es posible" derrocar a Maduro, apunta Pascual. Y según Martínez, el mayor indicativo de la postura militar se verá con el alcance de las sanciones, "que va a acelerar la conflictividad en las calles y la represión; entonces habrá que ver si el estamento militar está dispuesto a asumir ese puesto de represión" contra los venezolanos.
Largo proceso para las elecciones libres
La finalidad del apoyo internacional a Guaidó es abocar a Maduro a convocar unas elecciones libres, ya que gran parte de los países que apoyan al opositor no reconocieron el resultado de las presidenciales de mayo. Según Trak, para que el proceso tenga "una garantía mínima", harían falta "entre seis o nueve meses" y esto solo puede ocurrir con "otro Gobierno".
Martínez asegura que la clave en un futuro proceso electoral no reside en los tiempos, sino en las condiciones políticas y técnicas, que pasan por la renovación del CNE, controlado por el chavismo y acusado de manipulación. "La mayoría de sus integrantes tienen un periodo establecido que culminaría en el mejor de los casos en 2023 y reformar esa autoridad necesariamente pasa por un acuerdo político que parece lejano. No parece que el CNE, acusado de manipular a favor de Maduro, pueda conducir a un proceso con garantías independientemente de que tenga garantías", añade.
El otro punto en torno a una contienda electoral recae en si Maduro decide presentarse o no: en 2013 ganó con el 50,75% de los votos frente a los 48,97% de votos de Henrique Capriles y desde entonces no se ha tomado el pulso a los venezolanos. "Si las decide convocar, puede presentarse o no, pero el trato en la negociación es saber qué se hace con Maduro, dónde va, porque sería incómodo quedarse en el país habiendo sido derrocado", explica el profesor de la UOC.
La finalidad del apoyo internacional a Guaidó es abocar a Maduro a convocar unas elecciones libres, ya que gran parte de los países que apoyan al opositor no reconocieron el resultado de las presidenciales de mayo. Según Trak, para que el proceso tenga "una garantía mínima", harían falta "entre seis o nueve meses" y esto solo puede ocurrir con "otro Gobierno".
Martínez asegura que la clave en un futuro proceso electoral no reside en los tiempos, sino en las condiciones políticas y técnicas, que pasan por la renovación del CNE, controlado por el chavismo y acusado de manipulación. "La mayoría de sus integrantes tienen un periodo establecido que culminaría en el mejor de los casos en 2023 y reformar esa autoridad necesariamente pasa por un acuerdo político que parece lejano. No parece que el CNE, acusado de manipular a favor de Maduro, pueda conducir a un proceso con garantías independientemente de que tenga garantías", añade.
El otro punto en torno a una contienda electoral recae en si Maduro decide presentarse o no: en 2013 ganó con el 50,75% de los votos frente a los 48,97% de votos de Henrique Capriles y desde entonces no se ha tomado el pulso a los venezolanos. "Si las decide convocar, puede presentarse o no, pero el trato en la negociación es saber qué se hace con Maduro, dónde va, porque sería incómodo quedarse en el país habiendo sido derrocado", explica el profesor de la UOC.
La presión internacional
Estados Unidos fue el primer país en reconocer a Guaidó, según Pascual, por sus interereses económicos. "Depende cada vez más del petróleo y estratégicamente quiere depender menos del saudí, porque a nivel económico le sale mucho más barato". Al movimiento de la Administración Trump se adhirió en poco tiempo el presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, que precisamente había advertido en Davos de que la "izquierda no prevalecería" en Latinoamérica.
En cualquier caso, el experto en relaciones internacionales español cree que un ultimátum como el de Pedro Sánchez puede ser un error. "Las negociaciones basadas en un término siempre son apresuradas y equivocadas y ejercen una presión en el oponente para defenderse", como hace Maduro al denunciar la injerencia externa en la soberanía interna del país, explica.
Estados Unidos fue el primer país en reconocer a Guaidó, según Pascual, por sus interereses económicos. "Depende cada vez más del petróleo y estratégicamente quiere depender menos del saudí, porque a nivel económico le sale mucho más barato". Al movimiento de la Administración Trump se adhirió en poco tiempo el presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, que precisamente había advertido en Davos de que la "izquierda no prevalecería" en Latinoamérica.
En cualquier caso, el experto en relaciones internacionales español cree que un ultimátum como el de Pedro Sánchez puede ser un error. "Las negociaciones basadas en un término siempre son apresuradas y equivocadas y ejercen una presión en el oponente para defenderse", como hace Maduro al denunciar la injerencia externa en la soberanía interna del país, explica.
Las opciones de Venezuela
Así las cosas, las inciertas opciones para solucionar la crisis política incluyen desde elevar la presión internacional mediante sanciones, una intervención militar internacional o una guerra civil, aunque esta última parece muy poco probable. "Que la protesta haya llegado a los sectores populares es indicador de que puede estallar mucho más", apunta Trak, que también recuerda que el "Ejército desertado pudiera estar dispuesto a llegar a algún tipo de lucha armada si la solución a corto plazo no existe, hay un reservorio de personal entrenado para el uso de armas que no había en el pasado".
Eugenio descarta una guerra civil porque los dos bandos no están armados, pero sí ve posible que haya enfrentamientos "entre los mismos puntos del chavismo, los que apoyan o no la continuidad de Maduro". "Habría que valorar si Guaidó toma el control completo del Ejecutivo con el respaldo militar, en ese punto podríamos hablar de guerrillas en las zonas en las que el Gobierno toma posesión y los grupos armados del chavismo", dice. .-rtve.es..-PALOMA DE SALAS...
Así las cosas, las inciertas opciones para solucionar la crisis política incluyen desde elevar la presión internacional mediante sanciones, una intervención militar internacional o una guerra civil, aunque esta última parece muy poco probable. "Que la protesta haya llegado a los sectores populares es indicador de que puede estallar mucho más", apunta Trak, que también recuerda que el "Ejército desertado pudiera estar dispuesto a llegar a algún tipo de lucha armada si la solución a corto plazo no existe, hay un reservorio de personal entrenado para el uso de armas que no había en el pasado".
Eugenio descarta una guerra civil porque los dos bandos no están armados, pero sí ve posible que haya enfrentamientos "entre los mismos puntos del chavismo, los que apoyan o no la continuidad de Maduro". "Habría que valorar si Guaidó toma el control completo del Ejecutivo con el respaldo militar, en ese punto podríamos hablar de guerrillas en las zonas en las que el Gobierno toma posesión y los grupos armados del chavismo", dice. .-rtve.es..-PALOMA DE SALAS...
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