miércoles, 27 de febrero de 2019

¿Es que vendrán tiempos mejores???

¿Es que vendrán tiempos mejores?

Son pocas las noticias económicas en estos días –y son menos aun los que les prestan alguna atención. Toda conversación se orienta inevitablemente hacia el tema de las elecciones, que opaca cualquier otra preocupación. Y con la creación del nuevo partido “Blanco y Azul”, producto de la fusión del también nuevo “Resiliencia para Israel” (Hozen LeIsrael en hebreo) del ex comandante en jefe del Ejército Benjamin Ganz con “Iesh Atid” de Iair Lapid, se han desatado las esperanzas de que quizás, quizás, se pueda derrotar a Benjamin Netanyahu en estas elecciones.

Es por ello que en los medios de información se habla cada vez más de la constitución de dos bloques, con lo cual se sostiene que en estas elecciones se enfrentarán básicamente dos programas. Pero como reflexionaba en alguna nota anterior, ese enfrentamiento no garantiza modificaciones de fondo. En efecto, en esa ocasión (a mediados de Enero) sostenía que “es de temer que, desafortunadamente, los contenidos de ambos programas serán más bien asimétricos: el que presentarán los integrantes del actual gobierno, es decir, el partido mayoritario en la actual coalición (Likud) y sus socios menores, se basará seguramente –nos guste o no- en una detallada alabanza de lo alcanzado hasta el momento y en una promesa de continuidad de las políticas actuales en todos los campos, comprendiendo los de seguridad, ocupación territorial, economía, bienestar social, etc. Por su parte, es altamente probable que el grueso de  la actual oposición centre su oferta electoral -casi exclusivamente- en la necesidad de expulsar del poder al actual Primer Ministro, sin ofrecer una clara estrategia alternativa de desarrollo y de política interna y externa, que sea esencialmente diferente de la que se ha venido llevando hasta el presente.”

Creo que esta reflexión sigue siendo válida. Sin embargo, es preciso reconocer que la salida de Benjamin Netanihau del gobierno, como resultado esperanzado y de corto plazo de las próximas elecciones, es una condición necesaria -aunque no suficiente- para pensar seriamente en la posibilidad de esas modificaciones. En este sentido, la llamada “realpolitik” aconseja avanzar al ritmo que esta sociedad acepta: en primer lugar expulsar a Mr Seguridad del gobierno; sólo a partir de ello sería posible comenzar, con paciencia y con saliva, a dar los pasos que se requieren para la construcción de un modelo de paz.

Claro está que lo anterior plantea dilemas puntuales para cada ciudadano –y en particular al tipo de ciudadano que no quiere ver a Netaniahu más en el Gobierno- en cuanto a quien dar  su voto. Cada vez gana más cuerpo la idea de la existencia de dos bloques; de hecho, parece ser una idea que se estaría vendiendo –subliminarmente o no- a la sociedad israelí, olvidando que el sistema político cobija más de cuarenta, sí, más de cuarenta partidos políticos, de los cuales se estima que sólo 16 o 17 alcanzarán representación parlamentaria, ya que la ley establece la necesidad de que cada partido inscripto obtenga un mínimo de 3.25% de la votación para entrar en la Kneset. Y siendo eso así, es importante que los pequeños partidos que apoyarían un gobierno sin Netaniahu alcancen ese umbral mínimo de votación, para consolidar una coalición triunfadora.

En el campo político contrario ese es precisamente el razonamiento que ha llevado a Netaniahu a apoyar activamente –pero en este caso contra toda ética y sin la menor vergüenza-  la fusión de un partido como Habait Haiehudi con el llamado Otzmá Iehudit, heredero del partido de Meir Kahane que fuera prohibido en Israel todavía en el año 1988 por su violencia y racismo. Y el motivo es sumar los votos de ambos partidos –pequeños como parecen ser- para que juntos puedan se aseguren de alcanzar representación parlamentaria y estén así en condiciones, eventualmente, de apoyar la candidatura de Netaniahu para formar un nuevo gobierno.

En resumidas cuentas, aunque el lema aparente de las próximas elecciones sea “Cualquiera menos Bibi”, es preciso tener muy presente que el mundo no se acaba después del 9 de abril, ni se acaban con él  los problemas que afectan a esta sociedad, que no se centran sólo en la seguridad nacional. Lo que se requiere son definiciones en lo social, en lo político y en lo económico, para trascender y superar el estatus quo que prevalece hoy en día. Pero esas definiciones están notoriamente ausentes de los planteamientos partidarios en estas elecciones; y sólo podrían comenzar a ocupar el escenario político, en el mejor de los casos, una vez definido el nuevo gobierno, siempre y cuando exista la voluntad política para ello…y/o la sociedad lo demande.

Es así que sólo queda esperar la forma en que reaccionarán las distintas capas de la población frente a un proceso que se irá tornando cada vez más violento, al menos en términos de las calificaciones –o más bien descalificaciones- con se “obsequiarán” mutuamente los contrincantes electorales, y de los golpes bajos que estarán a la orden del día. En ese contexto, es necesario considerar  todas las informaciones que se difundan con un cierto grado de escepticismo, pues las llamadas “fake news” serán la norma, más que en cualquier otro momento.

Mientras tanto, continúa el estancamiento de las exportaciones de  bienes, últimamente acompañado por una disminución del ritmo de avance de las exportaciones de servicios (que en los últimos años ayudaran a compensar y superar el estancamiento arriba señalado); el déficit fiscal supera los límites que se impusiera el propio gobierno; el costo de vida persiste en mantenerse alto y el compromiso de reducir el precio de la vivienda no se ha hecho realidad. En los ámbitos de la educación y de la salud no hay avances sino retrocesos, señalados por los propios responsables (véase al efecto el último informe del Ministerio de Salud sobre los hospitales en el país) y la pobreza sigue siendo la misma. Y continúa el apoyo a los asentamientos en los territorios ocupados y se avanza así, sin decirlo expresamente, a dificultar cada vez más la posibilidad de negociaciones que conduzcan a dos estados para dos naciones.

¿Serán estas elecciones el comienzo de un cambio, o la continuación del estatus quo? ¿Será posible que esta sociedad se recuerde a sí misma que su nacimiento como Estado se nutrió de idealismos, y que éstos pueden –y deben- volver a ser vigentes y recobrar su carácter universal y democrático?.-Aurora.-Benito Roitman...

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