viernes, 21 de mayo de 2021
Parashat Nasó
Parece que en todas las épocas la búsqueda de elevación espiritual no tiene límites.
Sin embargo, no todos los intentos son coronados por éxito y no en pocos casos la exploración lleva a precipicios indeseados, incluso puede causar daños sicológicos muy graves, y distorsiones teológicas que contradicen el esfuerzo. No solo no logran el objetivo, sino que lo alejan hasta distancias impensadas. Algunas personas son proclives hacia la actuación pietista, y a la sumisión a las rigurosidades que creen les ayuda a dedicarse a lo Divino al tiempo que creen, equivocadamente, que una observancia menor es inadecuada.
La porción de la Torá de esta semana, Nasó, enseña regulaciones adicionales a los 613 mandamientos, que uno podría asumir bajo el estatus de “nazareo”. También la Haftará, la lectura adicional de este Shabat, narra la historia de Shimshón, quien según las Escrituras él mismo era un nazareo.
¿Quién es nazareo? Quien vive aparte por haber realizado un voto que le limita en tres restricciones según el capítulo 6 de Bemidbar: no puede tomar vino ni nada hecho con uvas; no puede cortarse el pelo de la cabeza; no puede tocar a los muertos, ni siquiera el cuerpo de su padre o de su madre. Si se ha vuelto impuro por accidente, debe ofrecer un sacrificio y comenzar de nuevo el período de su voto. "Todos los días de su nazareato él es santo al Eterno" (Bemidbar 6:8). Las regulaciones que se aplican a él en realidad concuerdan con las del sumo sacerdote y los cohanim durante el culto (ver Vaikrá 10:8 y siguientes, 21; y Yejezkel 44:21 "Ningún sacerdote beberá vino cuando penetre en el atrio interior"). Los cohanim se dedicaban a Dios. "No se afeitarán la cabeza, pero tampoco se dejarán melena; llevarán el pelo muy corto" (Yejezkel 44:20); Ver también I Shmuel 1:11: "E hizo voto, diciendo: .A. de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a .A. todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza", y de la yuxtaposición de profetas y nazareos (Ver Amós 2:11-12 "Y levanté profetas de entre vuestros hijos y nazareos de entre vuestros jóvenes. ¿No es así, hijos de Israel? declara el Eterno los nazareos, y a los profetas les ordenasteis, diciendo: No profeticéis"). De estos últimos versículos pueden deducirse que deben haber sido considerados en cierto sentido como sacerdotes y profetas.
La marca exterior más prominente del nazareo era el cabello largo y suelto, que se cortaba al expirar el voto y se ofrecía como sacrificio (Bemidbar loc. cit.; Yrmiahu 7:29: "Córtate el cabello y tíralo, y entona una endecha en las alturas desoladas; porque el Eterno ha desechado y abandonado a la generación objeto de su furor»).
Lamentablemente, lo que a menudo comienza como una búsqueda para fortalecer la propia identidad religiosa puede resultar en la adopción de un estilo de vida severo que, de hecho, lo separa a uno de su comunidad o familia y no solo buscan elevarse individualmente, sino estar por encima de quienes cumplen con las normas. Fuimos testigos recientemente que muchas personas, siguiendo a sus maestros que estimulan conductas excesivamente pietistas, trasgredieron las normas y se expusieron a la enfermedad y la muerte.
Ese no es el fervor que la Torá desea.
Las restricciones que establece la Torá sobre el nazareo pueden haber sido diseñadas para hacer que la gente piense dos veces antes de asumir la obligación. La duración temporal del estatus nazareo sugiere que incluso donde uno quería y alcanzaba el estatus elevado, no podía mantenerlo indefinidamente.
El impulso hacia una devoción religiosa ejemplar es noble y saludable. No hay nada de malo en intentar observar más y asumir ciertas restricciones sobre uno mismo. Pero tales decisiones personales deben verse como actos de participación y no de aislamiento, y no es necesario menospreciar a aquellos cuyos niveles de observancia difieren.
Algunos rabinos prominentes que se oponían al ascetismo consideraban pecadores a los que ayunaban o se convertían en nazareos o tomaban cualquier voto, y sostenían que la persona en cuestión era un malhechor, incluso si el voto se cumplía (Conf. Talmud de Babilonia Nedarim 9a , b: "el rabino Meir aboga por abstenerse de todos los votos…") O como estudiamos en Nedarim 20a:, "La Guemará responde que con respecto a alguien que juró ser un nazareo y violó su condición de nazareo, la autoridad halájica no le atiende para disolver su voto hasta que observe las prohibiciones de la condición de nazareo para el mismo número de días en los que se comportó con permisividad ante las restricciones de un nazareo"; Y en 77b: "Como enseña Rav Dimi, el hermano de Rav Safra: Con respecto a cualquiera que hace un voto, incluso si lo cumple, se le llama pecador". (Ver también Nazir 4a; Taanit 11a, etc.).-Aurora...
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario