La brutal campaña anticorrupción del presidente chino, Xi Jinping, la mayor "purga" de funcionarios del Partido Comunista desde los tiempos de Mao Zedong
Desde que se erigió en 2012 como el máximo dirigente chino, Xi Jinping ha estado al mando de una inmensa y despiadada campaña anticorrupción que ha dejado un saldo de más de un millón de oficiales disciplinados.
Más de 170 ministros y oficiales del nivel de un viceministro han sido despedidos y muchos de ellos han acabado en la cárcel, después de que Xi los acusara de cargos como corrupción, mal comportamiento y transgresión de la disciplina del partido.
Esta es la conclusión de un estudio realizado por la BBC que dibuja lo que algunos han descrito como una masiva purga interna de oponentes de una dimensión que no se había visto desde los días de Mao Zedong, cuya Revolución Cultural se deshizo de muchos altos mandos.
¿Qué tan excesiva es esta campaña?
La diferencia más grande es que esta vez se ha roto con muchas convenciones no escritas que había en el Partido Comunista Chino (PCC) desde los tiempos de Mao.
El enjuiciamiento de varios oficiales estatales ha sido notable: en décadas recientes, las figuras prominentes eran retiradas de forma discreta.
Pero, en los últimos cinco años, 35 miembros con y sin derecho a voto del poderoso Comité Central del PCC han sido disciplinados.
Es decir, casi tantos como los que sufrieron la misma suerte entre 1949 y 2012.
¿Quién estaba en la mira?
Los datos oficiales arrojan una impactante cifra de 1,34 millones de oficiales de todos los niveles (los llamados "tigres y moscas") caídos durante el primer lustro del gobierno de Xi, acusados de corrupción y cargos disciplinarios.
No hay área que se haya librado: las bajas se han dado tanto entre jefes de aldeas y gerentes de fábricas como entre ministros del gobierno y generales.
Conocida como la "gran purga", esta llega hasta la cúpula del régimen.
Alcanzó a quien una vez fuera el tercer líder más veterano de China: Zhou Yongkang, que estuvo al mando de los servicios internos de seguridad hasta su jubilación.
Sun Zhengcai, despedido del puesto del secretario del partido en la ciudad de Chongqing, fue el cuarto miembro del politburó en ser expulsado del PCC. Había sido ascendido antes de que el actual mandatario llegara al poder.
Sun, de 54 años, era el miembro más joven del politburó y se esperaba que llegara a liderarlo algún día.
Casi el 70% de los miembros del Comité Central serán reemplazados en el congreso que se celebra desde la semana pasada.
Aunque, en la mayoría de casos, el motivo no será una supuesta corrupción ni transgresiones similares sino la edad.
Mucho de los miembros del Comité Central están por encima de los 60 y, según la tradición, se espera que se jubilen.
¿Y el ejército?
Ningún área ha sido reestructurada de una forma más radical por el gobierno que la militar. Xi se dispuso de forma veloz a reorganizarla y modernizarla a gran escala.
Más de 60 generales han sido investigados y despedidos como parte de un plan para insertar un estilo occidental de mando conjunto y poner oficiales jóvenes en los puestos de mando.
Incluso mientras los delegados comenzaban a reunirse en Pekín para el congreso, el ritmo de la campaña no mostraba signos de desaceleración.
Dos generales, Fang Fenghui y Zhang Yang, desaparecieron del ámbito público el mes pasado y una serie de investigaciones de alto nivel han sido anunciadas.
¿Qué quiere Xi?
Se espera que el presidente permanezca en su puesto como jefe del partido, pero también que surja un nuevo equipo de líderes, lo que ayudará a Xi a atrincherar su ya considerable poder.
Si las cosas salen según sus planes, debería lograr poner a sus más fieles en puestos claves. Desde que subió al poder, varios de sus aliados han recibido ascensos.
El poder de Xi quedará patente una vez que los siete puestos del Comité Permanente del Politburó, el mayor órgano de decisión en China, queden ocupados.
Las identidades de sus miembros (y de aquellos 25 que conformarán el politburó) serán reveladas el 25 de octubre, una vez haya concluido el congreso.
Pero según los analistas, Xi y Wang Qishan, su jefe anticorrupción y aliado clave, han empleado esta campaña de limpieza para ayudar a dar forma a quienes serán los nuevos líderes de China.
El PCC ha gobernado por consenso durante décadas, pero los analistas dicen que Xi está reescribiendo las normas y concentrando el poder en sus propias manos.
Sus críticos lo acusan de fomentar un culto a la personalidad. Señalan el hecho de que la mayoría de los altos cargos que han sido disciplinados apoyaban a sus oponentes o antiguos mandatarios como Jiang y Hu.
Quienes defienden a Xi aseguran que la campaña anticorrupción es necesaria para restaurar la credibilidad del partido, ya que el presidente aspira a convertir a China en un Estado más próspero y poderoso que pronto le tomará el relevo a Estados Unidos como la economía más grande del mundo.- BBC Mundo...
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