Otras variables que son moneda de cambio para este tipo de control son tiempo, comportamiento y sumisión, destaca el argentino. Hacer esperar a la gente, pero sin desesperarla al máximo, es parte constitutiva del proceso de la dominación si se quiere entender estas dinámicas de la marginalidad urbana. El etnógrafo explica que no sólo los pobres esperan. Las clases medias también, pero mucho menos y con una carga subjetiva mucho menos dramática. "Los largos periodos de espera cansan. Se usan para ir despejando las filas de esperantes y son interpretadas subjetivamente por ellos según sus intereses y perseverancia, toda vez que el funcionario les contesta: siéntate ahí y espera. Esto está descrito y estudiado", insiste el experto.

"Es la misma espera de chicos más privilegiados que esperan la carta que les informa que son aceptados en Harvard. Pero ésta espera está cargada de un sentido muy distinto porque te piden que esperes y vas a hacerlo si deseas que tu hijo ingrese a un buen colegio. Es una inversión en tiempo y esfuerzos para que él pueda asegurar su futuro y aunque sean las mismas 10 horas de espera del inmigrante en espera de sus papeles o un atención médica de urgencia, la subjetividad de esas 10 horas será muy distinta", cree Auyero.

¿Cómo se ejecuta en la práctica "el capital político" de hacer esperar al otro?

Eso uno lo registra en la voz y experiencia de los pacientes, en el sentido de que tienen que verse sometidos cada vez que la acción de esperar o estarse quieto es una orden. El subordinado lo hará pues sabe que reclamar no sirve de nada. Incluso, sabe por experiencia que el que se pone díscolo es enviado al final de la fila. Si a mí me ordenan que espere 10 horas y al final me piden que vuelva mañana, es algo que tendré que hacer. Pero esas esperas tienen consecuencias, quieren decir que tengo que pedir permiso en el trabajo o dejar a mi hijo al cuidado de su hermano o la abuela; esto hace que el Estado precarice aún más la vida de los más pobres en aras de ofrecerles un beneficio mínimo. Esas esperas no son inocentes; si pierdo mi tiempo, pierdo también el tiempo de hacer muchas otras cosas.

En estas interacciones la política deja de ser algo inmaterial y se convierte en algo concreto y fantasmagórico a la vez. Las esperas infligidas están investidas por una idea cotidiana, una idea de que es normal y práctico estar bajo la lluvia esperando por un bus que tarda dos horas en llevarme del trabajo a casa. Esa lógica de que "todos saben que los pobres deben esperar" es la misma lógica tras la dominación masculina que es conocida como patriarcado. Es visto como algo normal, validado incluso por los evangelios de las iglesias. Algo que está ahí y que ya casi ni cuestionas. Algo inscrito en el orden de las cosas, algo no sólo natural sino necesario, pues si quieres algo debes esperar.

Usted también se ha referido a una carga subjetiva de la espera, que al final todos esperan lo mismo, pero por distintos objetivos

Fíjate que respecto a los pobres los sectores medios deben esperar por otro tipo de servicios. Si uno mide cuánto tiempo esperan en el espacio social, una sala de emergencias, una evacuación, una oficina de pagos y otros trámites del Estado, uno se da cuenta de que los que menos tienen, tienen esperas infinitamente superiores a la de los sectores medios. Uno suele esperar por una licencia de conducir y se queja, pero no solo es la cantidad de tiempo lo que los demás sufren, sino la incertidumbre involucrada en esa espera. La espera de los más pobres es mucho más incierta y cargada de un no saber qué va a pasar y ahí se les va la vida muchas veces. Literalmente.- Lo mejor de la red...