jueves, 17 de junio de 2021

La cara menos conocida del cáncer: pobreza, desigualdad y estigma!

No todas las personas se enfrentan al cáncer en igualdad de condiciones. Cristina, Carlota y Antonia son testigo de cómo el diagnóstico de la enfermedad empeora las condiciones de vida, provoca más pobreza y desigualdad. Sus ingresos disminuyen mientras los gastos aumentan. Ellas son tres entre los más de 130.000 pacientes en España que se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad, según un informe de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC): Pobreza, COVID y cáncer: un triple frente para los más vulnerables". Un diagnóstico de cáncer aumenta los gastos unos 9.000 euros y disminuye los ingresos debido a las bajas médicas, paro e incapacidades. "Trabajaba en un restaurante, pero al atender a mi madre con cáncer comencé a llegar tarde, pedía más días libres y mis jefes me dijeron que no podían mantenerme", relata Cristina Camuñas. Ella perdió el trabajo tras diagnosticarle un cáncer a su madre y su familia quedó sin sustento. Su testimonio representa a los miles de familiares que ven trastocadas sus vidas durante este duro proceso. La suya era madre soltera y modista. Vivía de lo que cosía y la enfermedad paralizó su trabajo. Cristina ha estado seis meses cobrando el paro y tuvo que pedir ayuda. "Era un cáncer de intestino. Le salían muchas varices y para aliviar el dolor necesitaba cremas que no cubría la seguridad social. Se ponía muy poquita crema y solo una vez al día para no gastarla", explica. Recalca cómo su madre sufría por depender tanto de la hija: "Al principio tenía que ducharla hasta que conseguimos ayuda para poner una barandilla". La situación de los pacientes incide en toda la familia. “No sabes para dónde tirar. No es lo mismo recibir esta enfermedad con una situación económica solvente a que te pille con problemas para llegar a fin de mes", concluye. Teléfono de atención contra el cáncer: 900100036 Del total de personas con cáncer en situación de vulnerabilidad, el 32% se encuentra en situación de incapacidad temporal o baja médica con una disminución del 25% del salario mensual; un 12% son autónomos, al cotizar el 80% por la base mínima pueden quedarles alrededor de 400 euros mensuales para hacer frente al día a día; un 11% son parados o están en situación de ERTE y el 28% restante su actividad se encuentra vinculada a la economía sumergida o fuera del mercado de trabajo regular. Desde la AECC lamentan en que los trámites administrativos para recursos públicos son lentos, tediosos y no se ajustan al proceso oncológico. "No sabía qué era más grave, si el cáncer o no poder pagar las deudas” Antonia Siguier tiene ahora 62 años, trabajaba de cocinera cuando hace dos años le diagnosticaron cáncer de páncreas. Le dieron la baja, pero con lo que cobraba no llegaba a fin de mes. “Tener cáncer me creó dos problemas: la enfermedad y no tener recursos. Todo se agravó y no sabía qué era más grave, si el cáncer o no poder pagar las deudas”, afirma. Tenía que hacer frente al impacto físico, psicológico y económico de la enfermedad. "No tenía suficientes ahorros. Poco a poco fui superando la enfermedad, pero los problemas económicos me perseguían", relata. Recuerda que los médicos le insistían en comer muchas proteínas, carne y pescado, un lujo que no podía permitirse. "Recurrí a la asociación y me ayudaron a resolver el problema de alimentación. También me ayudaron a conseguir una faja ortopédica. No tenía para necesidades básicas", cuenta agradecida. Antonia no pudo centrarse solo en la enfermedad. Son muchas las familias que tienen que pedir ayuda. Además, la pandemia ha agravado la situación. Así, desde diciembre del 2020, un 37% de las personas con cáncer han visto empeorada su situación económica y de ellas, un 16% ha empeorado tanto que ha tenido que realizar recortes severos, contraer deudas o solicitar ayudas económicas y todavía no se han recuperado. Han tenido que ofrecer más ayudas económicas, pisos y residencias, asistencia jurídica/laboral o inserción laboral son algunos de los servicios gratuitos. Hay secuelas poco visibles que no permiten volver a una vida normal La enfermedad ralentiza la vida. Muchos cambios y muchas veces irreversibles. En casos como el de Carlota ella no puede volver a su trabajo de antes. Tiene 48 años y llevaba nueve años trabajando de camarera de pisos en un hotel en Málaga. "Ahora mismo yo no puedo levantar los brazos, cómo voy a hacer 25 habitaciones en una mañana", dice. Tiene una hija que le ayuda a vestirse. Recuerda que hay secuelas que no son tan visibles como la caída del pelo, es mucho el dolor de la piel, dice. "No podría ponerme el uniforme del trabajo. Ya no puedo vestir cualquier cosa. Yo durante años he servido en mi puesto, era una persona activa, pero hoy por hoy no me siento capaz", reitera. Esta fatiga le provoca mucha frustración. No poder subir una escalera la hace sentir muy débil. El cáncer llegó cuando ella estaba en el paro. Su vida cambió de la noche a la mañana y se ha visto desamparada. Tiene una hija adolescente y tras el diagnóstico sufrió una fuerte depresión. "Tuve que pedir ayuda psicológica no sabía como enfrentarme a la situación. Yo no podía pagarme un psicólogo", concluye, La situación de vulnerabilidad económica genera mucho estigma. La AECC ha incrementado un 14% los servicios de atención social de julio de 2020 a mayo de 2021, aumentando las personas atendidas con vulnerabilidad laboral en más de un 50%, con un total de 21.000. Se da la situación de que todo el que ha acudido a la AECC a recibir atención social ha necesitado de más recursos de la organización debido a la complejidad de las situaciones personales. Este jueves saldrán a las calles en 12 comunidades autónomas para recordar que no todas las personas son iguales frente al cáncer.-rtve.es....

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