Se dice que un famoso equilibrista colocó una cuerda a través de las Cataratas del Niágara, y anunció que ofrecería allí una función.
MuItitudes llegaron a presenciar la hazaña. Cuando llegó la hora, le hizo señal a la multitud de que guardara silencio y les preguntó:
"¿Ustedes creen que puedo atravesar las cataratas sobre la cuerda?"
"Siiii...!" tronó la multitud.
El hombre se subió a la cuerda, pasó y volvió y fue ovacionado. Les volvió a hacer señal de silencio. Tomó una silla, la colocó sobre su hombro, y preguntó:
"¿Creen ustedes que puedo atravesar con la silla?"
Se oyó otro estruendoso: "Siiii...!
"El hombre fue, volvió y recibió muchos aplausos. Hizo
la señal de silencio y preguntó:
"¿Creen ustedes que puedo pasar con un hombre sentado en esta silla, sin que caiga ninguno de los
dos en las cataratas?"
La alegría y el entusiasmo desbordaban. De en medio de la multitud se oyó un "Siiii...!"
Con mucha seriedad el hombre preguntó entonces:
"¿Quién es el primer voluntario para sentarse en la
silla?"
Un silencio sepulcral se apoderó de la multitud. Sólo se podía percibir el ruido de los pies que buscaban la manera de alejarse del equilibrista.
Conclusión... Gritar desde nuestras trincheras que ¡Si se puede! Es algo que todos podemos hacer y hacemos tal y como lo hizo el público del equilibrista, pero cuántos estamos realmente dispuestos a subirnos a la silla?
Subamos pues, y vivamos esta hermosa aventura llamada "Operación Libertad".
MuItitudes llegaron a presenciar la hazaña. Cuando llegó la hora, le hizo señal a la multitud de que guardara silencio y les preguntó:
"¿Ustedes creen que puedo atravesar las cataratas sobre la cuerda?"
"Siiii...!" tronó la multitud.
El hombre se subió a la cuerda, pasó y volvió y fue ovacionado. Les volvió a hacer señal de silencio. Tomó una silla, la colocó sobre su hombro, y preguntó:
"¿Creen ustedes que puedo atravesar con la silla?"
Se oyó otro estruendoso: "Siiii...!
"El hombre fue, volvió y recibió muchos aplausos. Hizo
la señal de silencio y preguntó:
"¿Creen ustedes que puedo pasar con un hombre sentado en esta silla, sin que caiga ninguno de los
dos en las cataratas?"
La alegría y el entusiasmo desbordaban. De en medio de la multitud se oyó un "Siiii...!"
Con mucha seriedad el hombre preguntó entonces:
"¿Quién es el primer voluntario para sentarse en la
silla?"
Un silencio sepulcral se apoderó de la multitud. Sólo se podía percibir el ruido de los pies que buscaban la manera de alejarse del equilibrista.
Conclusión... Gritar desde nuestras trincheras que ¡Si se puede! Es algo que todos podemos hacer y hacemos tal y como lo hizo el público del equilibrista, pero cuántos estamos realmente dispuestos a subirnos a la silla?
Subamos pues, y vivamos esta hermosa aventura llamada "Operación Libertad".
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